evento 14 Octubre 8:00 am

CENTENARIO DE FUNDACIÓN IGNACIA: UN SIGLO DE CARIDAD Y COMPROMISO POR LOS MÁS VULNERABLES

Hoy, la Fundación Ignacia conmemora el centenario de su creación, una fecha que marca un hito trascendental en el ámbito de la filantropía y la asistencia social en el país, y simboliza la perseverancia de una obra de caridad cristiana que ha trascendido un siglo, brindando ayuda continua a niños, niñas, mujeres y adultos mayores en situación de riesgo.

La celebración honra la vocación humanitaria y la labor de asistencia iniciada por doña Ignacia Rodulfo y López Gallo, una ilustre mujer limeña que transformó su profunda fe católica y gran sensibilidad social en una institución destinada a preservar su legado en el tiempo, la misma que dejó establecida en su testamento, suscrito el 9 de abril de 1925.

A lo largo de cien años ininterrumpidos, la Fundación Ignacia ha mantenido viva la misión de su fundadora: servir con respeto, responsabilidad y visión de futuro. Lejos de limitarse a una asistencia simbólica, la Fundación despliega sus recursos de manera estratégica para potenciar la labor social de congregaciones religiosas y de la Sociedad de Beneficencia de Lima.

ALCANCE DE UNA CARIDAD SOSTENIDA

 La asistencia permanente brindada por esta centenaria institución se traduce en el cuidado y la mejora de la calidad de vida de niñas, niños, personas adultas mayores y personas con discapacidad en situación de vulnerabilidad.

Su compromiso se manifiesta en la ayuda a instituciones que son pilares de la asistencia social. Actualmente, la Fundación destina recursos para ayudar al Hogar “Ignacia Rodulfo Vda. de Canevaro”, los asilos de la congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Lima y Callao, y los Hogares de la Paz de la congregación Misioneras de la Caridad de Lima y el Cusco, garantizando una vejez digna a los adultos mayores.

Asimismo, apoya al Puericultorio Pérez Araníbar -donde se brinda amparo a la niñez desvalida- y a los Centros de Educación Básica Especial (CEBE) “La Inmaculada” y “San Francisco de Asís”, que atienden a niños con limitaciones de audición o visión en Barranco y Surco, asegurando una educación de calidad orientada al desarrollo de sus capacidades.

La Fundación promueve acciones en todos estos centros que contribuyen al desarrollo integral y el bienestar de la población beneficiaria, desde programas nutricionales y atención de salud especializada, hasta el fomento de actividades que promueven el envejecimiento activo.

ESPÍRITU DE DOÑA IGNACIA PERDURA

La sostenibilidad de esta obra es consecuencia de la visión y la fe de su creadora, quien se preocupó por instituir una estructura que garantizara que la ayuda y protección a los más necesitados no fuera un acto efímero.

La vida de doña Ignacia fue una entrega constante a la caridad cristiana. Entendió que la ayuda a los más necesitados requería más que buenas intenciones; exigía una institución sólida y perdurable. Así, en los últimos años de su vida, se enfocó en que su obra trascendiera en el tiempo. Su deseo se materializó en su voluntad testamentaria.

La Fundación fue concebida como una obra de caridad sostenida, asegurando una gestión prudente y solidaria del patrimonio legado. Para ello, dispuso la creación de una Junta de Administración integrada por personalidades de reconocida solvencia ética y compromiso social. La primera se instaló el 14 de octubre de 1925, casi cinco meses después de la muerte de doña Ignacia, y marco el inicio de lo que luego sería la Fundación Ignacia.

La Junta de Administración ha sido responsable de guiar la institución a lo largo de un siglo, superando vicisitudes históricas, políticas y económicas sin desviar su propósito original. Su gestión ha garantizado que el legado de la fundadora -cuyo objetivo fue dar respuesta a las necesidades más urgentes de los sectores vulnerables de la sociedad peruana- continúe de manera permanente.

Hoy, al cumplir cien años, y fiel al espíritu de doña Ignacia, la obra perdura como una expresión concreta de amor al prójimo y compromiso con la dignidad humana.